Caelum es una compañía de teatro amateur conformada por personas de todas las edades vinculadas a la comunidad educativa del Colegio San Ignacio de Torrelodones. Dirigida por la actriz Irene Mingorance, la compañía está «al servicio de algo más grande que el entretenimiento». Con ese espíritu, una semana atrás actuaron en el módulo de mujeres de la prisión de Alcalá Meco. Se reproduce a continuación la crónica de la directora de la compañía, sobre la impactante experiencia que vivieron. Además, Caelum se ofrece para actuar allí donde puedan «llevar un poquito de felicidad a través del arte».
«Con tan solo tres años de vida, esta compañía de teatro formada por padres y madres, profesores, personal de secretaría y mantenimiento, alumnos y amigos del Colegio San Ignacio, ha conseguido conquistar los corazones de quienes acuden a sus representaciones y siguen de cerca su evolución en las artes escénicas».
«Mi nombre es Irene y he dedicado toda mi vida al arte, en especial al teatro, que es algo que me apasiona. Desde hace casi siete años, trabajo para el colegio San Ignacio de Loyola, impartiendo clase de teatro a sus alumnos y colaborando con el colegio en todo tipo de actividades artísticas».
«Desde hace un tiempo rondaba en mi cabeza la idea de crear una compañía de teatro del colegio, donde todo aquel que tuviera vínculo con el centro pudiera participar y por fin surgió la ocasión hace tres años. Abrí una convocatoria a todo el personal y familias del centro y me encontré con muchas personas, dispuestas a formar parte de una compañía de lo más diversa (padres de infantil, bachillerato, primaria, profesores de todas las etapas, personal de limpieza, mantenimiento, secretaría…) Juntarles a todos en un mismo proyecto, me llenaba de ilusión, pero también de miedo. De todos es conocida la necesidad de que en las artes escénicas, las personas se muestren como son, se abran, expresen, trabajen sus emociones, superen sus miedos, su vergüenza… Obviamente desconocía hasta qué punto un padre o un profesor iba a querer mostrarse “tal cual es”. Pero lejos de ser un problema, resultó ser sumamente enriquecedor. La compañía se ha convertido en un espacio donde además de aprender a hacer teatro, existe un clima de confianza tan grande con gente tan distinta, que ha resultado ser tremendamente terapéutico. Reímos, lloramos, jugamos y aprendemos juntos, somos una gran familia».
«Para el último montaje que hemos preparado, “Erase una vez, el musical”, necesitábamos niños, así que hicimos un casting entre los hijos de los que forman parte de la compañía y ha sido precioso ver trabajar a los niños con sus padres y sus profesores, sin duda ha sido la guinda de este pastel llamado “Caelum”. Porque así se llama la compañía: Caelum, que significa “cielo” en latín. Elegimos este nombre porque confiamos plenamente en que este proyecto está en manos de Alguien mucho más grande que nosotros, que nos cuida y nos guía desde arriba. Damos gracias a Dios en cada montaje que hacemos y dejamos que Él nos acompañe en esta aventura poniendo todo siempre “en sus manos”. Sentimos que la compañía está al servicio de algo mucho más grande que el puro entretenimiento, y así lo vivimos desde dentro».
«Esta manera de enfocar nuestra compañía, nos llevó el pasado viernes 23 de septiembre a vivir una experiencia muy especial: actuar para el módulo de mujeres de la prisión de Alcalá Meco representando una historia sobre los personajes de los cuentos. Fue entonces cuando me asaltaron las primeras dudas ¿Les gustará a las mujeres de la prisión? ¿Les parecerá una historia tonta? ¿Se burlarán de nosotros por vestirnos de hadas y princesas?».
«Además de esta incertidumbre, tuvimos que hacer frente a muchas “sorpresas” de última hora como, la necesidad de adaptar una obra de 40 personajes a tan solo 12 en tiempo récord, sin apenas ensayos por la coincidencia con el inicio de curso, tener que prescindir del equipo técnico adecuado, las bajas por COVID, los permisos para entrar en la prisión… Sinceramente en algún momento pensé que sería imposible sacar esto adelante. Pero decidimos CONFIAR y sentimos que la oportunidad que se nos presentaba era única y era a la que estábamos “llamados”, así que seguimos adelante».
«La llegada a la prisión fue uno de esos momentos para el recuerdo. Maléfica, la bruja del Oeste pintada de verde, un lobo y un duende caracterizados a tope entrando en una prisión y entregando sus DNI. Unos DNI cuya foto no tenía nada que ver con la persona que allí se presentaba… Pero lejos de suponer un problema, la acogida por parte del personal de la cárcel fue increíble».
«Tras numerosos contratiempos a resolver en aquel escenario que pisábamos por primera vez, comenzó la función y escuchamos las primeras carcajadas y las primeras ovaciones (porque no fueron aplausos, fueron ovaciones) y entonces fue cuando entre cajas, desde el escenario nos mirábamos sonriendo, felices, satisfechos. Sólo habíamos empezado, pero sentíamos que iba a ser una gran función. Que no importaba si salía perfecta o no. Que estábamos allí para sacar por un momento a aquellas mujeres de su complicada realidad. Una realidad que dejaban atrás, acogiendo la función con gran entusiasmo. ¡Qué satisfacción tan grande sentir que con el teatro con el que tanto disfrutamos, encima podemos ayudar a otros!».
«Al finalizar la representación, el público entregado, en pie, aplaudiendo, nos regaló muchas caras de felicidad y miradas emocionadas que nunca olvidaremos. El director de la cárcel, visiblemente emocionado, subió a darnos la enhorabuena y nos regaló estas preciosas palabras: “Hoy a estas mujeres les habéis transmitido un mensaje de esperanza. Han visto con el duende protagonista de vuestra historia, que uno se puede equivocar y puede cometer errores, pero puede elegir estar en el bando de los buenos y reescribir su historia”. Y yo que tenía miedo de que nuestra obra pudiera resultar infantil…».
«Os podéis imaginar qué lección para todos. Nos fuimos de allí llenos, felices, no sin antes rezar juntos por aquellas mujeres y dar gracias a Dios por habernos llevado hasta ellas y haber vivido esa experiencia. Ojalá podamos seguir haciendo teatro muchos años, que Dios nos siga bendiciendo y guiando como hasta ahora».
«Si estás leyendo esto y crees que podríamos actuar para alguna asociación o grupo de personas a los que podamos llevar un poquito de felicidad a través del arte, no tenéis más que poneros en contacto con nosotros, haremos todo lo posible».
«Estamos “en sus manos”».
Irene Mingorance, directora de @caelumcompania
(Fuente: Colegio San Ignacio)