Las Hermanas Auxiliares Parroquiales destinadas en la Parroquia San Ignacio de Loyola de Torrelodones se han ido granjeando el cariño y la gratitud de todos los que conocen la gran labor que calladamente realizan. Su vida austera, su vocación de servicio, todo lo que hacen por los niños, por los necesitados, por los enfermos, por la Parroquia y por la Residencia de Ancianos, es digno de admiración y merecedor de la más profunda gratitud.
En estos días, la comunidad parroquial de San Ignacio de Loyola experimenta sentimientos encontrados. Por un lado, tras casi 7 años de servicios en Torrelodones, este mismo lunes 23 de septiembre de 2013 se marcha la Madre Soraya, que ha sido destinada por su orden en un pueblo de Valencia. Por otro lado, ha causado gran alegría saber que quien ya ha llegado para sustituirla es la Hermana Carolina, que vuelve a Torrelodones procedente de Argentina, convertida en «Madre Carolina». Hemos tenido oportunidad de fotografiar en la víspera de la partida de la Madre Soraya, «a la Madre y a la Madre Emérita» (símil con los Papas que hizo en broma la Madre Carolina).
Estas monjitas —las Auxiliares Parroquiales—, son felices con su vida de entrega a Dios y a los demás, y lo transmiten. Siempre trabajando y ayudando a quien lo necesite, sin estridencias, pero con una alegría contagiosa. Nos encariñamos con ellas, y ellas a su vez se encariñan con la comunidad donde trabajan.
La Madre Carolina prestó servicios en Torrelodones entre los años 2000 y 2005, por lo que ya es conocida y querida aquí. Además, es sorprendente al charlar con ella, ver lo bien que recuerda a todos los torresanos, cada nombre y cada circunstancia. Viene tras pasar cuatro años y medio trabajando con los más necesitados en la ciudad de Azul, al sur de la provincia argentina de Buenos Aires, donde también se encariñó con la gente. Al venirse, una niña de 15 años le contó que estaba ahorrando para poder venir a visitarla. Lógicamente, los argentinos echarán de menos a la “Hermana Carolina”.
En la hoja dominical de la Parroquia San Ignacio, en la sección “Desde la Atalaya de la Virgen del Carmen”, tras recibir el agradecimiento de la comunidad parroquial, la misma Madre Soraya dirige unas palabras de despedida a todos los torresanos:
«Venía de tierras argentinas y era un 10 de enero de 2007 cuando pisé por primera vez Torrelodones. Mi corazón bullía de sentimientos encontrados entre el temor a lo desconocido y la alegría de compartir mi vida consagrada en una nueva parroquia. ¡¡Pero Dios siempre nos sorprende!! Me sentí, desde el primer instante acogida y acompañada por mis Hermanas de la Comunidad, por el Padre Gabriel y por todas las personas que fui conociendo.
Hoy, después de casi siete años, mis Superiores me destinan a una nueva parroquia en Picanya (Valencia) donde marcharé, Dios mediante, el lunes 23; por eso desde estas líneas quiero despedirme; decirles a todos adiós y darles también las gracias.
Gracias inmensas a Dios por estos años pasados en Torrelodones llenos de gozos y alegrías.
Gracias al Padre Gabriel, porque ha sido un aporte muy fuerte en mi vida trabajar en comunión con él y con los diferentes Sacerdotes que han pasado por la parroquia, a todos ellos, Gracias por su entrega y por todo lo que he aprendido a su lado.
Gracias a todas las personas con las que he trabajado más cerca en la vida parroquial, siempre me han edificado con su entrega generosa y silenciosa.
Me voy muy feliz por la oportunidad que Dios me ha dado de conocerles y de compartir con ustedes mi vida consagrada y les llevo en mi corazón y estarán presentes en mi oración.
Solo les pido que ustedes también recen por mí (como dice nuestro Papa Francisco), ahí, en la oración, en el Señor estaremos siempre unidos. Gracias por todo.
Dios les bendiga y bendiga a sus familias.
En comunión,
Madre Soraya»
Desde estas líneas, suscribimos las palabras del Padre Gabriel en su emocionada despedida a la Madre Soraya: «Doy gracias a Dios por la vida entregada de Madre Soraya. Sé lo mucho que le debo, que todos le debemos».
También aprovechamos para desear a la Madre Soraya, que Él siga marcando su rumbo, para que allá donde quiera que vaya, continúe siendo un instrumento de Su Paz, y que siga siempre irradiando felicidad en su vida consagrada. En nuestro nombre y en el de tantas personas que seguramente querrían hacerlo, le decimos: ¡Gracias por todo, Madre Soraya!
También queremos dar la bienvenida a la Madre Carolina, a quien tenemos la suerte de tener otra vez entre nosotros, y desearle una muy feliz y fructífera misión, junto al resto de las Hermanas, aquí, en Torrelodones.
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