viernes, 20 diciembre 2024
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«Torrelodones, retazos literarios de un pueblo serrano», por Fernando Villaverde

Nuestro vecino Fernando Villaverde, amante y estudioso de la historia y todo lo que tenga que ver con Torrelodones, nos vuelve a presentar un interesantísimo artículo cultural que —acertadamente— ha titulado «Torrelodones, retazos literarios de un pueblo serrano»; pues va de eso, de lo que muchos autores han escrito —o cantado— sobre este pueblo, y que nos permite conocerlo un poco más. Al pinchar en el número de cada cita, Fernando ha incorporado un enlace a la fuente bibliográfica listada al final. Lo transcribimos a continuación:

«Torrelodones, retazos literarios de un pueblo serrano» (por Fernando Villaverde)

Vista Torrelodones“Al pasar veía el rincón que forman en la misma curva el Torreón, la iglesia, el Monte y el Canto de El Pico era una preciosidad y yo vine enamorado de ello”

Descripción de Torrelodones por Don José de Vicente Muñoz.

Torrelodones ese pequeño pueblo situado a 5 leguas de Madrid, fue habitualmente una alto importante en el camino hacia las tierras del norte, siempre tuvo un halo mágico, una seña de identidad propia, gracias a su Torre, torrejón, atalaya, en este punto paraban y han parado a descansar tanto reyes como soldados, viajeros como bandoleros, comerciantes como veraneantes, escritores como deportistas, todos se detenían para reponer fuerzas, y de paso aprovechaban para echar un trago de vino en los mesones que siempre había en el pueblo.

Pasado el tiempo, algunos volvieron para quedarse, y otros escribieron sobre lo que habían visto, situando las acciones de sus obras en nuestro territorio. De estos textos y de los autores que los escribieron trata este artículo.

Entre toda la información recopilada, he encontrado algunos textos de personas y personajes que escribieron sobre Torrelodones, tanto en la Edad Medía, como en libros de nuestros días, desde las crónicas de los periódicos a obras de teatro, novelas e incluso canciones que la eligieron como tema o contenido.

Andrea NavagieroEmpezamos por el embajador veneciano Andrea Navagiero (1483-1529) que resalta en su Viaje por España (1525-1526) la singularidad del paisaje castellano, y anota rigurosamente las leguas recorridas, los itinerarios y los topónimos de los alrededores de Madrid, donde figuran algunas líneas dedicadas al pasar por Torrelodones.

…”Saliendo de Madrid, volvimos a pasar el Guadarrama por otro puente de piedra. El día tres fuimos a Torrelodones, que dista dos leguas; a Guadarrama, que da su nombre a la Sierra y al río, o lo toma de ella;”[1]

Seguimos con Enrique Cock, archero holandés del Cuerpo Real, además un erudito escribano y un hombre curioso, como demuestra en su faceta de cronista, en calidad de tal, permanece en España, entre 1580 y 1592, narrando los viajes de Felipe II a las ciudades de la Corona de Aragón, en 1585 y a Tarazona, en 1592.

Sus crónicas, son las más eruditas de cuantas se escriben durante su reinado. La abundancia de datos en sus relaciones convierte sus textos en libros de viajes, y nos proporciona abundantes y detalladas descripciones.

Detalle viajes de Felipe IIUn ejemplo de esto es la Jornada de Tarazona, la salida desde Madrid de Felipe II y su cortejo para acudir a las cortes de Tarazona, reunidas en esa ciudad en 1592, sirve de excusa al autor para describir los alrededores de Madrid.

…”Al domingo siguiente, último de mayo (día 31), después de haber oído allí misa y comido, sobrepasamos las Rozas, situada a mano derecha, que dista una legua de Pozuelo, y llegamos a hacer la segunda noche a Torrelodones, pueblo que llega a los cuarenta vecinos del Real de Manzanares y que pertenece al Duque del Infantado. Está a cinco leguas de Madrid, en el camino que va hacia Castilla la Vieja y cuyos vecinos son casi todos mesoneros acostumbrados a robar a los viandantes, por lo cual se la llama habitualmente Torre de los Ladrones. Cuando nos apeamos aquí, aconteció la desgracia del caballo de Juan Ortiz, que resultó herido no se sabe por qué, quizá por haber muchos caballos en cada mesón, se había soltado mordiendo y tirando á los otros, y como de la dicha herida muriese, acudimos cada uno con dos reales para remediarlo.

El lunes primero de junio, habiendo comido muy temprano, salimos y, habiendo recorrido cuatro leguas, llegamos a hacer noche a Guadarrama. Al salir de Torrelodones, el camino se vuelve áspero durante dos leguas por hallarse entre la sierra,”[2]

Góngora TorrelodonesLuis de Góngora y Argote, (1561-1627) estudió cánones y leyes en Salamanca, pronto destacó como poeta y enemigo literario de Lope de Vega y Quevedo. Fue llamado en su época “príncipe de la luz” y “príncipe de las tinieblas” por los distintos aspectos de su estilo.

Singular importancia tiene el romance del poeta cordobés, que situó en nuestro pueblo la acción del Diálogo entre Cupido y un arriero publicado entre 1601 y 1604

En una parte del romance nos cuenta que:

…»Con esto a la Torre llegan
de Lodones, donde al punto
dieron cebada y picaron,
más el niño resoluto
dijo: caminad amigo,
que me es el sol importuno
y quiero en aqueste pueblo
hacer noche por mi gusto.»[3]

Unos años más tarde, Alonso Fernández de Avellaneda (1614), seudónimo de un escritor anónimo, de quién aún no se sabe que persona real se esconde bajo este nombre, y no hay ningún documento que nos diga su verdadera identidad. Miguel de Cervantes murió sin saber la verdadera personalidad de Avellaneda.

Quijote ApócrifoEn El Quijote Apócrifo, editado en 1614, entre la 1ª parte del Quijote 1605 y la 2ª parte 1615, en los últimos párrafos del libro podemos leer:

…”y que comprando otro mejor caballo, se fue en vuelta de Castilla la Vieja, en la cual le sucedieron estupendas y jamás oídas aventuras, llevando por escudero a una moza de soldada que halló junto a TORRE DE LODONES, vestida de hombre, la cual iba huyendo de su amo, que la hizo o la hicieron preñada sin pensarlo ella”[4]

También es interesante el relato que hace el historiador, jesuita, predicador general, y prior de San Telmo de San Sebastián, Fray Juan de Piña (1582-1657) en la novela “Casos prodigiosos y cueva encantada: encuentro con los gitanos en Torrelodones” de un acontecimiento que sucedió en Torrelodones en el primer tercio del siglo XVII y que comienza así:

…”Antes de llegar á la Torre de Lodones, y de los gitanos, vio don Juan una cosa que le admiró: cerca del camino, un toro, aunque muerto, feroz á una parte, y cerca de él un vaquero (muerto) el cual tenía tantas heridas de cornadas que no tenía en su cuerpo donde cupiesen más.”…

…“El mayoral muerto se llamaba TRUCHADO que había criado al toro desde que nació y que bautizó con el nombre de HOSCO.”…

…”Reposaron en la Torre los caminantes y partieron para Guadarrama”;.[5].

Durante el Viaje que Cosme de Medici hizo por la geografía de España y Portugal, estuvo acompañado de dos escritores y un pintor que tomaban notas de todos los lugares por donde iban pasando.

En Torrelodones se detuvo la expedición para descansar, y uno de ellos Lorenzo Megalotti, describe al pueblo como…”una aldehuela miserable situada al pie de unas colinas rocosas[6] Y a nuestra torre Baldi la dibuja como una atalaya achatada, muy distinta de la que conocemos actualmente, y la denomina erróneamente la Torre de los Oydores.

Dando un gran salto en el tiempo llegamos a la publicación de un “Periódico político y de Trueno” titulado El tío Camorra[7] publicado en Madrid el 1 de Septiembre de 1847 en el podemos encontrar multitud de citas sobre Torrelodones.

Memorias de un Joven FlacoEn la novela, El frac azul; episodios de un joven flaco, y con perfil autobiográfico, Enrique Pérez Escrich, nacido en Valencia 1823-1897, nos cuenta episodios de su vida intentando dar ejemplos moralizantes para otros jóvenes.

En el texto vemos que se habla de un joven escritor y barbero de Torrelodones.

…”Miró el librero de un modo especial al poeta, y sin duda le fue simpática la extremada demacración de su semblante, pues dejando la plegadera sobre el papel, le dijo con entonación cuya dulzura fue de buen agüero para el poeta:

– Hola hola ¿Con que usted es coplero? Quién sabe, quién sabe si nos entenderemos aunque debo advertirle que composiciones que yo compro son de poca utilidad para que las escriben, y además el barbero de Torrelodones, muchacho de mucha chispa, le ha tomado el aire de una manera a este género, que si viera usted qué habilidad tiene y qué cosas se le ocurren

– ¡Ah! Pues en cuanto á ocurrencias,- repuso Elías, procurando dominar la risa- sin que sea vanidad puedo asegurarle que yo le doy quince vueltas al barbero de Torrelodones.”[8]

Amadeo I, Pérez GaldósEn un par de citas de los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós, publicados en diferentes fechas, nos da cuenta del paso de sus personajes por nuestros contornos.

…”Más allá de Torrelodones encontré unos arrieros que por poco dinero me dejaron montar en sus caballerías, y de este modo llegué á Madrid cómodamente, ya muy avanzada la noche.”…

…“El tren descendía rápidamente. Amaneció… Oí el clamor ferroviario que nos dijo: Escorial, cinco minutos. Vino luego Villalba; siguió Torrelodones”…[9]

En los inicios del siglo XX el gran dramaturgo Don Jacinto Benavente y Martínez, en la obra de Teatro “La gobernadora, el primo Román,” uno de sus muchos personajes que aparecen en ella es la marquesa de Torrelodones. Esta comedia en tres actos, expone los efectos negativos del abuso y la corrupción en la vida provinciana de esos primeros años del siglo XX. Editorial Aguilar 1901.

…”la marquesa de Torrelodones suspira: «¡Ay, qué provincias!”…[10]

Las Noches del Buen RetiroPor su parte, Pío Baroja y Nessi (1872-1956), uno de los representantes de la generación del 98, en la novela «Las Noches del Buen Retiro» publicada 1934, presenta nuestro entorno de Torrelodones como el sitio idóneo para celebrar una fiesta por ser un lugar tranquilo de la sierra madrileña, así en el capítulo XXXIX podemos leer:

…”En la primavera varias damas y algunos señores elegantes pensaron dar una fiesta en una finca de un amigo aristócrata próxima a Torrelodones”…

…”Marcharon por la mañana unas veinte personas entre señoras y caballeros en el tren y después en dos coches a la finca.

La cercaba a ésta una tapia y tenía campos con pinos y carrascas, huerta y jardines. La casa era amplia, de a principios de siglo, con habitaciones tapizadas con papeles antiguos, chimeneas altas, puertas de cuarterones y una gran terraza de piedra con tiestos con geranios llenos de flores rojas.

Estaba elegido el sitio para el almuerzo en una plazoleta entre árboles con una vista espléndida sobre la sierra.”[11]

El gran médico y escritor madrileño don Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960), en “El Conde Duque de Olivares” (la pasión por mandar) editado en 1936, relata la estancia del Conde Duque de Olivares en Torrelodones, donde recibe a su hijo y a algunos nobles, camino del destierro a Toro.

…”Allí en la Torre, donde también se detuvo, fue visitado por su hijo y muchos amigos, entre ellos el patriarca y el Conde de Grajal, a todos los recibió rompiendo la costumbre de aislarse, tan rigurosamente observada en Loeches”….[12]

Uno de los primeros escritores que hablan de la guerra civil citando en varias ocasiones a Torrelodones, es Nick Gillain, que publica en 1939 “El mercenario: diario de un combatiente rojo”. En el prólogo describe el motivo de este libro diciendo:

…”Y aquella mañana, tomé la firme resolución de escribir un libro donde dijese la verdad, sin disfraz, sin odio, pro también sin lagunas sobre la vida en las Brigadas Internacionales.”…

En numerosas ocasiones cita a nuestro pueblo, en el capítulo titulado: “Descubrimiento de Madrid por los “internacionales” harapientos, ansiosos de pillaje”, la primera vez contándonos que:…”Fue en Torrelodones, donde se abandonó la primitiva igualdad. Los sueldos de los oficiales rebasaron con mucho lo de los soldados, y, además, recibieron, costeados por el Gobierno, magníficos uniformes, semejantes a los de los oficiales ingleses.

Esto fue causa de un verdadero motín.”…

Más adelante habla de una “epidemia de póker”, y de cuatro de las seis hijas de la propietaria de la casa donde se celebraban las partidas de póker, que debían ser muy bellas.

…”En Torrelodones, el juego adquirió una extensión considerable. Teníamos demasiado dinero y muy pocas ocasiones para gastarlo. Hubo una epidemia de Póker.”…

…”La propietaria de la casa en que nos reuníamos, tenía seis hijas- las cuatro mayores eran unas muchachas realmente bonitas. Toda la brigada estuvo enamorada de ellas.”…[13]

El Vallisoletano, Darío Fernández Flórez, en Memorias de un señorito (1956), narra un periodo de la vida, desde 1927 a 1936, de un joven neurótico y sentimental rodeado de mujeres muy diversas.

Está calificada como autobiográfica. Interesan los personajes históricos que aparecen (Ortega y Gasset, Jiménez Díaz, Celia Gámez…) y los ambientes acomodados madrileños y europeos que describe.

…”La casita de Torrelodones, el fuego al atardecer en la chimenea, el cómodo sillón y la soledad con aquella encantadora amiga era lo que yo necesitaba.”…[14]

La escritora salmantina, Carmen Martín Gaite (1925-2000), nos relata en Retahílas (1974), el viaje que realiza una anciana al pazo familiar para morir, acompañada de su nieta Eulalia, recordando sucesos familiares pasados:

…”recordaba perfectamente tus manos y tu voz, algunas conversaciones que habíais tenido papá y tú a raíz de la muerte de mamá aquel verano en Torrelodones sobre la conveniencia de tomar una institutriz para nosotros”…

…”Hacía una noche impresionante, me acordaba de cuando era pequeño, de cómo me gustaba entonces mirar las constelaciones, y fíjate, me acordé de ti, de una vez que me dormí encima de tu regazo en la terraza de aquel chalet de Torrelodones, tú estabas fumando y me acariciabas la cabeza mientras hablabas con papá de coger una institutriz”…[15]

El casino de Torrelodones fue inaugurado el 15 de octubre de 1981 después de sesenta años de estar prohibido el juego en España. El País describió así este acto: “A las 23,10 horas de ayer, el presidente del Casino Gran Madrid, Ángel Escolano, giró la ruleta por primera vez y la bola fue a caer en el número 3, rojo, impar y falta.”… a partir de ese momento, el casino, se convierte en un lugar de moda de numerosas personas que llegan sus instalaciones, entre ellos, Joaquín Sabina que en el álbum titulado “19 días y 500 noches” lanzado en 1999, nos cuenta cantando en un estrofa de su canción:

…”y, fui, tan torero,
por los callejones
del juego y el vino,
que, ayer, el portero,
me echó del casino
de Torrelodones.”.[16]..

En un curioso libro de Juan Antonio Ramírez sobre el parque J.H. y la biografía de su propietario Julio Herrero, podemos encontrar los pasos de la construcción de tan emblemático parque, recientemente remodelado. En el encontramos esta descripción:

…”Torrelodones es un pueblo de la sierra madrileña situado en un entorno dominado por imponentes berrocales graníticos. Su crecimiento fue espectacular, a partir de los años setenta, cuando empezó a ser invadido por jóvenes profesionales que trasladaban allí sus residencias, abandonando la capital”…[17]

Con la prolífica escritora, Almudena Grandes y su “Corazón Helado” (Tusquets Editores 2.007), volvemos a la época de la Guerra Civil, descrita en algunos capítulos de su libro. A lo largo de la novela pone en boca de sus personajes en numerosas ocasiones a Torrelodones:

…”hasta que llegábamos a Torrelodones, ese pueblo tan raro que primero parecía una urbanización y luego una estación de tren rodeada por unas pocas casas. ¿A que no sabéis por qué se llama así?. Claro que lo sabíamos, la torre de los lodones, esa miniatura de fortaleza, como un castillo de juguete que se eleva sobre un cerro junto a la carretera”…[18]

En un artículo de La Razón de Luis Alejandre, publicado el 3 de julio de 2010, nos encontramos con una curiosa reunión, en el Canto del Pico, de varios autores famosos asistentes a un congreso internacional de escritores celebrado en 1937, en el artículo titulado Lister y McChrystal leemos:

…”En aquel infierno, la 13 División nacional del general Barrón sufriría en quince días 1.700 bajas. La de Lister rondaba el 50%. Éste había pedido reiteradamente el relevo de sus agotados hombres y ante la falta de respuesta acudió al puesto de mando de la operación ubicado en la finca Canto del Pico, la señorial casa en la que murió Antonio Maura, situada en un punto privilegiado que domina el valle del Guadarrama. Allí acudirían Negrín, Prieto, Miaja, Rojo, el ruso Stern y algunos asistentes al II Congreso Internacional de Escritores celebrado en Valencia y Madrid en julio 1937, como André Malraux, John Dos Passos o Ernest Hemingway (su novela Por quién doblan las campanas está basada en una batalla de la Sierra de Guadarrama.) Lister llegó al Canto del Pico a las tres de la tarde del día 20 de julio. Entró en el comedor y encontró a los comensales «delante de unas botellas de champaña»…[19].
 

Otros libros que hablan de Torrelodones.

Carlos Picabea Topografía Médica de Torrelodones 1926.
Obras de Don José de Vicente Muñoz:
“Corografía de España”. 1950.
«Escudo, Geografía e Historia de Torrelodones”. 1980.
“Álbum Gráfico, (histórico, cronológico y bibliográfico) de Torrelodones. 1987.
“Canto del Pico y Torrelodones” Descripción pormenorizada del edificio de El Canto del Pico. (Actualmente inédito). 1989.
«Crónicas de Torrelodones y Comunidad de Madrid» 1990.
Enrique Ribas Lasso “Torrelodones” Un viaje por la historia y el paisaje de la villa de Torrelodones Excmo. Ayuntamiento de Torrelodones 1998.
TORRELODONES ayer y hoy. Excmo. Ayuntamiento de Torrelodones 2010.

Este artículo es un resumen de lo que se ha dicho sobre nuestro pueblo, no todo, porque es imposible, pero es un muestrario suficiente para conocer un poco mejor a Torrelodones, leyendo, lo que dicen de él, los textos escritos por diferentes personas de distintas épocas.

Fernando Villaverde Martin

[1] Andrea Navagiero, Viaje por España, Madrid, Ediciones Turner, 1983.

[2] La Jornada de Tarazona hecha por Felipe II en 1592, pasando por Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Logroño, Pamplona y Tudela. Enrique Cock.

[3] Luis de Góngora y Argote Diálogo entre Cupido y un arriero.

[4] Alonso Fernández de Avellaneda y El Quijote Apócrifo (1614).

[5] Juan de Piña “Casos prodigiosos y cueva encantada: encuentro con los gitanos en Torrelodones” 1628.

[6] Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal, 1668-1669, edición y notas de Ángel Sánchez Rivero y Ángela Mariutti de Sánchez Rivero. Madrid, s. a.: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas)

[7] “Periódico político y de Trueno” titulado El tío Camorra 1847

[8] Enrique Pérez Escrich, El frac azul; episodios de un joven flaco editado en Madrid por Manini Hermanos, 1864 pg.- 55, 140 y 144.

[9] Benito Pérez Galdós, Episodios Nacionales, La Corte de Carlos IV. 1889, y Serie final AMADEO I 1910

[10] Don Jacinto Benavente y Martínez, “La gobernadora, el primo Román, 1910.

[11] Pío Baroja «Las Noches del Buen Retiro»1934, págs. 98, 137 y 150.

[12] Gregorio Marañón y Posadillo “El Conde Duque de Olivares” (la pasión por mandar) 1936.

[13] Nick Gillain “El mercenario: diario de un combatiente rojo”. 1939.

[14] Darío Fernández Flórez Memorias de un señorito Editorial Plenitud, 1956 páginas: 54, 261 y 262

[15] Carmen Martín Gaite “Retahílas” 1974

[16] Joaquín Sabina álbum titulado “19 días y 500 noches” 1999.

[17] Juan Antonio Ramírez. Exaltación del pedrusco. Parque JH de Torrelodones (Madrid) Edición Siruela. 2004.

[18] Almudena Grandes “Corazón Helado” (Tusquets Editores 2.007).

[19] Luis Alejandre artículo titulado Lister y McChrystal publicado en La Razón el 3 de julio de 2010.

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