Un vecino de Torrelodones, dueño y amante de los perros, envía la siguiente carta tras el último y desagradable incidente con un perro y sus dueños. En su escrito, reflexiona sobre la proliferación de perros paseando sueltos en el municipio, y la responsabilidad de los dueños. Transcribimos la carta a continuación, con su título original:
«De parte de un amante de los perros para los amantes de los perros»
«Nunca pensé en escribir nada parecido, pero lo que estoy viendo últimamente me deja triste y desconcertado, y creo que los dueños de los perros, y en general la sociedad, tenemos que reflexionar».
«Desde pequeño siempre me han fascinado los animales, por eso mismo estudié la carrera de Biología y adiestramiento canino. Desde bien pequeño he tenido animales en casa. En los cuatro últimos años —desde que tengo mi perro— he visto de todo por aquí, en Torrelodones».
«Desde gente que no recoge las deposiciones de sus perros, hasta toda la porquería que el resto de gente tira al suelo (pañuelo usado, preservativos, jeringuillas, huesos, mascarillas o incluso hasta pañales con caca) y que los perros pueden llevarse a la boca».
«Pero si algo he visto en este tiempo es cantidad de perros sueltos en las propias aceras o cruzando carreteras con el dueño lejos que vienen corriendo hacia mi perro, a veces en actitud positiva, otras no tanto. Es cierto que el 90% de las personas los llevan con correa, es una minoría, pero la sensación es que el número de perros sueltos va aumentando. También perros grandes (mastines, golden, labradores) con correas extensibles».
«Normalmente cuando un perro que no conocemos se acerca corriendo, el dueño desde lejos dice eso de “tranquilo, que es muy buen@, y no hace nada”, a lo que yo suelo contestar que el mío tampoco, pero es reactivo con algunos machos. En total, habré tenido como unos 20 episodios en los que efectivamente los dos machos se han enganchado, teniendo yo que separar a los dos perros para que no se enganchen. Por suerte la mayoría de las veces no ha pasado nada, aunque una vez uno sí me mordió en el dedo, y tuve que estar de baja cerca de un mes hasta que se cerró la herida».
«Pero ya lo que ha colmado mi paciencia con ciertos dueños es algo que me ocurrió ayer. Hay un perro pequeño en la calle Teodoro Domingo, que ya van cuatro veces que se ha escapado de la casa justo cuando pasamos por ahí y viene derecho a tirarse al cuello de mi perro. El perro es muy pequeño y a mi perro no le va a hacer nada, pero el mío puede matarlo. Las primeras veces simplemente les dije que tuvieran cuidado y cerraran la puerta, la tercera vez a mi madre por separarlo le hizo un esguince. Fuimos a la policía y no denunciamos, pero les dieron un aviso. Y ayer por cuarta vez salió el perro, lo volví a sujetar yo, y al decirles a los chavales ya enfadado que ya era la cuarta vez, en actitud chulesca me dijeron que los denunciara, y al decirles que ya lo había hecho, salieron la madre y el padre, diciendo “Sí, vino la policía, y ¿sabes qué? Les dio la risa cuando vieron el tamaño de mi perro, qué no es capaz de hacer daño a ningún otro”. Luego, me empezaron a insultar y amenazar, y casi acabamos en las manos».
«Entiendo que queramos dejar libertad a los perros y que vayan sueltos lo más posible, y que jueguen con otros perros y personas, y qué pensemos que los vamos a llamar y van a venir al instante. Pero la libertad de nuestro perro o la nuestra acaba donde empieza la de otra persona. Entiendo que todo dueño de un perro le da la educación que cree mejor para él. Sé que muchos los llevan a adiestradores o educadores caninos, y les enseñarán cosas. Pero cualquier educador canino “honesto”, las cosas que enseña como la llamada al animal, funcionan en el 99,99% de los casos, es para precisamente evitar problemas o accidentes cuando un perro se escapa, no para llevarlo suelto por todos lados. Cuando hay un estímulo lo suficientemente grande para el perro, o da con otro que sea reactivo, o una hembra en celo, lo más probable es que no nos haga caso».
«Del mismo modo mucha gente piensa eso de “como es un perro pequeño y no puede hacer daño” no hace falta educarlo tanto como a un perro grande, puede ir suelto o lanzarse a otro… ¿O sea los grandes no pueden y los pequeños sí?».
«Creo que tener un perro o cualquier animal, al igual que tener hijos, conlleva una responsabilidad, y hay gente que no es capaz de asumirla. Creo que todos los dueños debemos reflexionar… la culpa no es de los perros ni del resto de la gente, sino nuestra».
D.P.R.
Totalmente alineado con las reflexiones del vecino que escribe. Y parece que la única forma de que la gente respete las normas será multando algo que por ahora creo que no pasa y que por desgracia va a tener que empezar a pasar para evitar estos episodios.