El viernes nos adentramos en la casa de las Hermanas Auxiliares Parroquiales, y vimos una estampa que parecía de cuarenta o cincuenta años atrás. Una treintena de niñas de edades comprendidas entre 10 y 12 años, aprendiendo a coser. Se las veia a todas felices, cada una con un trapito, riendo y hablando de sus cosas, mientras cosían.
Hace unos años en todos los colegios enseñaban a las niñas y también en algunos colegios a los varones a coser, pero la costumbre se ha ido perdiendo. Por suerte, en Torrelodones, tenemos a las Auxiliares Parroquiales, que con cariño y paciencia enseñan a las niñas a coser y bordar maravillosamente. Todos los viernes después del cole acuden encantadas con sus costureros llenos de hilos de colores, a la clase de costura que imparten las Hermanas en su casa. Allí comparten una merienda (bizcochos, magadalenas, pastas…) y aprenden a coser. «Las más avanzadas han hecho preciosidades», nos comenta la Hermana Cristina.
Este curso han tenido una gran demanda, nos cuenta la Hermana. «Se han quedado varias niñas en lista de espera», dice con gran pena. «No podemos tomar a más niñas. Ahora que hace este tiempo tan bueno cosemos en el jardín, pero cuando haga frío y nos tengamos que meter dentro, no vamos a caber», lamenta.
